“Usando la razón para creer en Dios”
Edición N. 3
¿Creer, también es pensar? Parte II
Tres argumentos que nos invitan a pensar si es razonable creer en Dios
Hay muchos argumentos que nos invitan a pensar si es razonable creer en Dios, en esta ocasión solo presentaré tres de ellos:
1) Argumento a partir del cosmos.
Una base a favor de la existencia de Dios es inferir Su existencia de la existencia misma. “Nada no puede producir algo”, todo debe venir de algo que ya está. Esto se refiere a que debe existir algún ser único que existe sin una causa, que no surgió de la nada, que es su propia causa y el origen de todo lo demás. Que un ser que en Sí mismo es Dios. Si todos los seres naturales tienen una causa, entonces debe existir alguna entidad sobrenatural que existe sin una causa, de lo cual todo ha llegado a ser. El cosmos necesita una causa para su existencia continua, Algo nos mantiene existiendo precisamente ahora, en este momento, para que no desaparezcamos sin más ni más. Algo ha causado no solo que el mundo sea, sino que también continúe y conserve su existir en el presente. El cosmos necesita tanto una causa originadora como una causa conservadora. En cierto sentido, es la pregunta más elemental que podemos hacer es: «¿Por qué hay algo en vez de nada?»
2) Argumento a partir del propósito o diseño.
Este argumento, nos permite razonar a partir de un aspecto específico de la creación, para ir luego al Creador que lo puso ahí. Argumenta a partir del diseño al Diseñador inteligente, es decir:
- a. Todo diseño implica un diseñador.
- b. Hay un gran diseño en el universo.
- c. Por lo tanto, debe haber un Gran Diseñador del universo.
Cada vez que vemos un diseño complejo sabemos, por esa experiencia, que provino de la mente de un diseñador. Los softwares implican ingenieros, los edificios suponen arquitectos, las pinturas implican pintores, y así la lista es interminable; todo apunta incluso a que mientras más complejo el diseño, mayor la inteligencia requerida para producirlo.
3) El argumento a partir de la ley moral.
Este argumento nos invita a razonar ¿Por qué todos los hombres son conscientes de una ley moral objetiva?
Si las leyes morales suponen un Legislador de ellas, entonces debe haber un supremo Legislador moral de la ley. Las leyes morales no describen lo que es, prescriben lo que debe ser. No son sencillamente una descripción de la manera en que se comporta el ser humano, ni se conocen observando lo que él hace. Si lo fuera, nuestro concepto de moralidad sería muy diferente.
Las leyes morales nos dicen, en cambio, lo que los hombres deben hacer, háganlo o no. Así que, todo «deber» moral procede de más allá del universo natural. No se puede explicar con nada de lo que sucede en el universo, ni se puede reducir a lo que hacen los hombres en el universo. Trasciende el orden natural y requiere una causa trascendente.
Basado en estos tres argumentos puedo concluir que ¡es bastante razonable creer en Dios!